Terapeuta Familiar y de Pareja
Terapeuta Sexual y Marital
(809)381-0646
Hemos hecho del mal humor y la violencia una
profesión…es como si hubiésemos perdido una de las características más
distintivas de nosotros como pueblo: LA ALEGRIA DE VIVIR.
Este año, con todas las situaciones que trae los
invito a rescatar ese atributo…llevarlo a cada uno de nuestros hogares, a
nuestra pareja, a nuestros hijos, al trabajo, a la escuela…
Sabido es que aprendemos por imitación, las energías
son contagiosas… Las personas que dicen ser felices se caracterizan porque
viven en pareja, con su familia…económicamente manejan adecuadamente su dinero
y ven menos negro su futuro económico.
Visitan a menudo sus padres y se sintieron amados y
aceptados por estos durante su niñez (etapa de 0-7 años en donde el 80% de
nuestra programación emocional es adquirida)…estas personas dicen haberse
adaptado muy bien a la escuela, y un factor muy importante: se sienten
satisfechos con sus cuerpos, se aceptan a sí mismos, se preocupan por su salud
física sin obsesionarse.
Utilizan a menudo su sentido
del humor, humor sano, positivo y cuando se divierten en pareja se les ve
sentirse gratamente acompañados el uno con el otro, se admiran, apoyan,
mantienen una buena comunicación (bien sintonizada, afinada), están
comprometidos el uno con el otro y con el proyecto familia, la confianza se
mantiene a través de conductas transparentes, el respeto y el amor…el amor
fundido en la pasión de las relaciones sexuales regulares y satisfactorias,
sienten que la presencia de su pareja les excita…la calidad de sus artes
amatorias mejora cada día, en cada encuentro.
Cuando mi abuela Mascota
decía “estoy sana como un roble”, hablaba de que se sentía capaz de hacer
largas caminatas, trabajar, ya sea impartiendo clases, cosiendo, limpiando,
amar, y divertirse, y sobre todo, siempre estaba sonriente, denotando el
placer que sentía al hacer estas tareas y destrezas, manteniendo una actitud de
agrado. Ser feliz está sumamente ligado a la satisfacción de mantener una salud
personal y familiar.
Podemos vivir de manera optimista, aprendiendo
de nosotros mismos y de los que nos pueden ayudar, por supuesto optimismo
funcional que implica una conducta de
vigilancia sobre un riesgo en particular, que se acompañada de conductas
protectoras reales. Optimismo comparativo hace referencia a que la gente
evalúa sus propios riesgos, persiste ante la adversidad: mantienen expectativas
reales que intervienen en la consecución de buenos resultados derivados de la
acción, poseen:
- Autorregulación: efectos positivos del Optimismo en la salud, más probabilidades de hacer un esfuerzo por alcanzar sus metas.
- Esperanza de buen resultado: psicológicamente benéfico para la percepción que el individuo tiene acerca del riesgo, vulnerabilidad y severidad en lo que hace.
- Capacidad para afrontar adecuadamente cualquier situación.
- Expectativas positivas del resultado: las cosas saldrán bien tal como se espera.
- Expectativas positivas de la eficacia: capacidad de afrontamiento
Ojo con el optimismo
“negativo”, este hace que no
afrontemos las dificultades, ni desarrollemos los mecanismos internos para
superarlas. Es
un optimismo defensivo, ingenuo y es definido como la
tendencia a ignorar los peligros verdaderos creyendo que no se está corriendo
riesgo, conduce a la falta de toma de precauciones y a un nivel de negligencia
no correspondiente al nivel real de riesgo o necesidad de ayuda personal;
subestima la probabilidad de ocurrencia de un acontecimiento negativo que lo
afecte y ve
su propio riesgo en términos más favorables que el que perciben los demás.
Una actitud optimista repercute en la capacidad para recuperarse de las
dolencias. El optimismo potencia el sistema inmunológico y disminuye la
predisposición al estrés y la ansiedad.
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