Las áreas que controlan la sensación de saciedad y la percepción del tamaño del cuerpo son inusualmente grandes, halla un estudio
Los adolescentes con anorexia nerviosa tienen unos cerebros más grandes que los que no sufren del trastorno de la alimentación, un hallazgo que sugiere que quizás la biología tenga más que ver con la afección de lo que se pensaba.
Específicamente, las chicas adolescentes con anorexia tenían una ínsula (una parte del cerebro que está activa cuando se saborea la comida) de mayor tamaño, y una corteza orbitofrontal (la parte del cerebro que dice cuándo parar de comer) más grande, señalaron los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado.
"Aunque los trastornos de la alimentación con frecuencia son desencadenados por el ambiente, es muy probable que haya mecanismos biológicos que actúan en conjunto para que un individuo desarrolle un trastorno de la alimentación como la anorexia nerviosa", apuntó en un comunicado de prensa de la universidad el Dr. Guido Frank, profesor asistente de psiquiatría y neurociencias.
La anorexia hace que las personas pierdan más peso de lo que se considera saludable. Un mayor volumen en la corteza orbitofrontal podría ser un rasgo que haga que esas personas dejen de comer antes de haber comido lo suficiente, sugiere el estudio. Y la ínsula derecha, que integra la percepción corporal, podría contribuir a la sensación de ser gordo a pesar de tener un peso bajo.
El pequeño estudio incluyó a 19 chicas adolescentes con anorexia y a 22 chicas adolescentes sin el trastorno, que se sometieron a IRM del cerebro. Los hallazgos aparecen en una edición reciente de la revista Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry.
Frank dijo que unos resultados similares en niños con anorexia nerviosa y en adultos que se habían recuperado de la enfermedad plantean la posibilidad de que el tamaño de la ínsula y la corteza orbitofrontal cerebral podría aumentar el riesgo de una persona de contraer un trastorno de la alimentación. Sin embargo, el estudio no probó causalidad entre ambas cosas.
FUENTE: University of Colorado, news release, Aug.
21, 2013
HealthDay
(c) Derechos de autor 2013, HealthDay
http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/news/fullstory_140175.html
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