Para los padres es
una preocupación pensar en que comerán sus hijos como merienda, al igual que el
desayuno. Sabemos que el desayuno es la
comida más importante del día y la merienda es su complemento y contribuye a
que los niños y adolescentes mantengan la energía corporal y cerebral tan
importante para un buen rendimiento escolar y deportivo. Entre los cuatro y cinco años pueden ya tener
establecido cinco raciones de alimentos al día: tres comidas fuertes y dos
meriendas.
Es importante tener
un horario estable para las horas de las comidas y meriendas y respetar las
porciones que el niño pueda ingerir. No debemos presionar para que coman más de
lo que su cuerpo necesite, generalmente cuando un niño no acepta mas alimento
es porque está satisfecho o tiene otro interés en ese momento; por esto la
importancia de los horarios. Un infante hiperactivo o que es indiferente,
negativo o melindroso a la hora de comer, es muy probable que necesite otro
tipo de atención que no es alimento.
Como la merienda se
considera un complemento del desayuno, algunos padres lo convierten en un
sustituto del mismo. Es adecuado como merienda:
- Una fruta,
- Cereal y un lácteo,
- Medio sándwich de jamón o queso con tomate y un jugo,
- Un cereal con almendras,
- Una tostada con mermelada,
- Un cóctel de frutas, gelatina con galletitas o pasas,
- Unos pinchos de frutas,
- Galletas con frutas,
- Queso con jamón y frutas,
- Un batido con leche y galletitas.
Todas estas opciones podemos acompañarlas con leche, agua o una bebida sin cafeína.
Los nutrimentos que
tienen alta posibilidad de ser deficientes en la dieta son:
- El hierro,
- El calcio,
- El ácido fólico,
- La vitamina A
- La Vitamina B6.
Recordar ofrecer agua entre las comidas y evitar las bebidas endulzadas, porque hacen perder el apetito, más cuando se ofrecen cercanos a la hora de alimentarse. Tampoco es saludable añadir sal y condimentos fuertes a ningún alimento.
Controlemos el peso y la talla de los niños y contribuiremos a la prevención de la desnutrición y obesidad. Si nuestros niños aumentan: limitemos la cantidad de alimentos y aumentemos la actividad física. Si no quieren comer: pensemos que el hambre hace que las comidas sean más apetitosas.
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